martes, 16 de octubre de 2007

martes, 25 de septiembre de 2007

Venice.






Quedará algo por decir de Venecia?












Rostros

¿Que decir de un rostro? Sumergirse en sus ojos y tratar de averiguar lo que dicen aunque estén ocultos o cerrados.









Habanera









Terrae.






Pontones

Representan en nuestra mente por su sola mención idea de unión o distancia, de acercamiento o lejanía, Sirven de fronteras o a veces de vías de hermandad, pero siempre importantes en nuestras vidas; significan obstáculos que son salvados, que son superados gracias a la vía de comunicación que supone su presencia. Sin ellos la vida sería mucho más solitaria.

Todo esto también se podría aplicar a esos puentes físicos que cruzan ríos o desniveles; los que se pueden pisar o tocar.









Presencias



Sin saber muy bien dónde o cuando fue, están ahí, presentes representando cosas o gentes sin mas crédito que su anonimato, captado por el ojo inocente - ¿ o no tanto? - del fotógrafo que casualmente - ¿o no? - pasaba por allí. Son presencias inanimadas, vivas o no tanto pero siempre representativas de algo que estuvo allí o tal vez de algo que está por llegar. No es una serie, son fotografías sueltas sin mas nexo de unión que el ojo del autor y a veces su misteriosa estancia. Sin orden cronológico o temático, sin mas finalidad que su propia presencia









Studi

Siempre prefiero trabajar en el estudio. Aísla a las personas de su entorno. En cierto modo se transforman en símbolos de sí mismas. Con frecuencia tengo la sensación de que vienen a fotografiarse tal como si acudieran a un médico o a un adivino: para descubrir como son. Así que dependen de mí. Tengo que comprometerlas. De lo contrario la fotografía no tiene atractivos. La concentración tiene que surgir de mí e involucrarlas a ellas. A veces alcanza tal intensidad que ni se oyen los ruidos del estudio. El tiempo se detiene. Compartimos una intimidad breve e intensa. Pero es gratuita. No tiene pasado ni futuro. Y cuando la sesión ha terminado -cuando se ha fijado la imagen- no queda nada excepto la fotografía, la fotografía y una especie de embarazo. Los clientes se van y no los conozco. Apenas he oído que dijeron. Sí una semana más tarde los encuentro en cualquier parte creo que no me reconocerán. Porque es como si en verdad no estuviera allí. Al menos, la parte que de mí estaba esta ahora en la fotografía. Y las fotografías tienen para mí una realidad que las gentes no tienen. Es a través de la fotografía como las conozco. Quizá forme parte de la naturaleza del fotógrafo. En realidad nunca estoy implicado. No necesito tener un conocimiento real. Todo es cuestión de reconocimientos.

Richard Avedon.















Spectacoli

Señoras, señores, niños y militares sin graduación, tomen asiento, acomódense, pasen y vean, los ciegos no pagan; verán maravillas sin par, cómicos, actores, fieras corruptas, serpientes de cascabel, cascabeles para serpiente, adelante y asómbrense….












Olivos.



OLIVOS

Fantasmagóricos a veces, inquietantes, sutiles siempre dependen de la reina luz que marca los tiempos en los que sus evidencias se hacen mas patentes. Mas fríos a la mañana recuperan, según el dia va atropellando el tiempo esa vida que tan solo es capaz de ofrecer el sol y su luz esencial.

Formas muchas veces casi ocultas, escondidas tras una rama o tras una inversión de la cámara, otras sin embargo golpean al mirón con una crudeza insólita, como gritando la necesidad de ser descubiertos, de ser tenidos en cuenta proclamando su existencia mas allá de lo razonable.

Ofrecen la serena contemplación del tiempo que pasa, inexorable a través de su sabiduría, de su permanencia en la misma tierra que los vio nacer, 300 ó 400 años atrás en algunas ocasiones. Parece que lleven ahí desde el principio de los tiempos, absorbiendo una parte de la vida de aquellas gentes que generación tras generación los arrullan, los miman y recogen su sagrado fruto para a su vez generar mas vida en una suerte de perfectas armonía.

Árbol indómito, salvaje, no deja que su cultivo sea domesticado. Necesita y exige las grandes extensiones y el suficiente espacio alrededor para extender sus poderosas raíces en esa tierra áspera y dura como ninguna donde reina tan solo acompañado por la vid, tan arrebatada y misteriosa como él.

Tal vez - se le ocurre al estúpido mirón - alguna de aquellas gentes fue ingrata, no supo agradecer al centenario compañero esa generosidad y éste toma venganza aprisionando en sus raíces una parte esencial de aquel que osó serle injusto, para poco a poco mostrar al mundo que será suyo por toda la eternidad.

O tal vez no. Tal vez todo lo contrario. Tal vez el mirón esta contemplando la simbiosis entre el hombre que tomó su parte de la vida a través del olivo y el propio árbol que, generoso, toma en su esencia al humano que no pudo ni quiso domesticarlo

O tal vez no. Tal vez algún guerrero de tiempos pasados derramó su sangre a los pies del sagrado olivo que solícito absorbió la vida que en estado puro se le ofrecía.

O tal vez no. Tal vez sea solo uno de esos caprichos que la naturaleza ofrece a los hombres para mantenerlos pensativos y expectantes ante sus misterios.

O tal vez no. Tal vez sea una simple casualidad que el mirón desea convertir en algo mas que una curiosidad.

O tal vez no.