martes, 25 de septiembre de 2007

Olivos.



OLIVOS

Fantasmagóricos a veces, inquietantes, sutiles siempre dependen de la reina luz que marca los tiempos en los que sus evidencias se hacen mas patentes. Mas fríos a la mañana recuperan, según el dia va atropellando el tiempo esa vida que tan solo es capaz de ofrecer el sol y su luz esencial.

Formas muchas veces casi ocultas, escondidas tras una rama o tras una inversión de la cámara, otras sin embargo golpean al mirón con una crudeza insólita, como gritando la necesidad de ser descubiertos, de ser tenidos en cuenta proclamando su existencia mas allá de lo razonable.

Ofrecen la serena contemplación del tiempo que pasa, inexorable a través de su sabiduría, de su permanencia en la misma tierra que los vio nacer, 300 ó 400 años atrás en algunas ocasiones. Parece que lleven ahí desde el principio de los tiempos, absorbiendo una parte de la vida de aquellas gentes que generación tras generación los arrullan, los miman y recogen su sagrado fruto para a su vez generar mas vida en una suerte de perfectas armonía.

Árbol indómito, salvaje, no deja que su cultivo sea domesticado. Necesita y exige las grandes extensiones y el suficiente espacio alrededor para extender sus poderosas raíces en esa tierra áspera y dura como ninguna donde reina tan solo acompañado por la vid, tan arrebatada y misteriosa como él.

Tal vez - se le ocurre al estúpido mirón - alguna de aquellas gentes fue ingrata, no supo agradecer al centenario compañero esa generosidad y éste toma venganza aprisionando en sus raíces una parte esencial de aquel que osó serle injusto, para poco a poco mostrar al mundo que será suyo por toda la eternidad.

O tal vez no. Tal vez todo lo contrario. Tal vez el mirón esta contemplando la simbiosis entre el hombre que tomó su parte de la vida a través del olivo y el propio árbol que, generoso, toma en su esencia al humano que no pudo ni quiso domesticarlo

O tal vez no. Tal vez algún guerrero de tiempos pasados derramó su sangre a los pies del sagrado olivo que solícito absorbió la vida que en estado puro se le ofrecía.

O tal vez no. Tal vez sea solo uno de esos caprichos que la naturaleza ofrece a los hombres para mantenerlos pensativos y expectantes ante sus misterios.

O tal vez no. Tal vez sea una simple casualidad que el mirón desea convertir en algo mas que una curiosidad.

O tal vez no.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

hi

Anónimo dijo...

Essos Olivos parecen haber cobrado vida, quien sabe si recogio la sangre de algun guerrero. Saludos de Martell