martes, 25 de septiembre de 2007

Studi

Siempre prefiero trabajar en el estudio. Aísla a las personas de su entorno. En cierto modo se transforman en símbolos de sí mismas. Con frecuencia tengo la sensación de que vienen a fotografiarse tal como si acudieran a un médico o a un adivino: para descubrir como son. Así que dependen de mí. Tengo que comprometerlas. De lo contrario la fotografía no tiene atractivos. La concentración tiene que surgir de mí e involucrarlas a ellas. A veces alcanza tal intensidad que ni se oyen los ruidos del estudio. El tiempo se detiene. Compartimos una intimidad breve e intensa. Pero es gratuita. No tiene pasado ni futuro. Y cuando la sesión ha terminado -cuando se ha fijado la imagen- no queda nada excepto la fotografía, la fotografía y una especie de embarazo. Los clientes se van y no los conozco. Apenas he oído que dijeron. Sí una semana más tarde los encuentro en cualquier parte creo que no me reconocerán. Porque es como si en verdad no estuviera allí. Al menos, la parte que de mí estaba esta ahora en la fotografía. Y las fotografías tienen para mí una realidad que las gentes no tienen. Es a través de la fotografía como las conozco. Quizá forme parte de la naturaleza del fotógrafo. En realidad nunca estoy implicado. No necesito tener un conocimiento real. Todo es cuestión de reconocimientos.

Richard Avedon.















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